martes, mayo 25, 2004

Pel P.R. (o de la sabiduría budista)

"I was thrown out of the college for cheating in the metaphysics exam. I looked into the soul of the boy sitting next to me"

Woody Allen

jueves, mayo 20, 2004

El enigma del tiempo

El tiempo ha sido desde siempre uno de los grandes enigmas que no se han podido desvelar, aprehender. Como máximo, se ha llegado a alguna suerte de argumento, a partir del cual, ha podido desplegarse uno contrario que refutara al anterior desembocando en la calle sin salida de la paradoja.

(...) La frase negación del tiempo es ambigua. Puede significar la eternidad de Platón o de Boecio y también los dilemas del Sexto Empírico. Éste (Adversus Matematicus, XI, 197) niega el pasado que ya fue, y el futuro que no es aún, y arguye que el presente es divisible o indivisible. No es indivisible, pues en tal caso no tendría principio que lo vinculara al pasado ni fin que lo vinculara al futuro, ni siquiera medio, porque no tiene medio lo que carece de principio y de fin; tampoco es divisible, pues en tal caso constaría de una parte que fue y de otra que no es. Ergo no existe, pero como tampoco existen el pasado y el porvenir, el tiempo no existe.

"Nueva refutación del tiempo". de J.L.Borges

Planteado desde este punto de vista, el tiempo es un gran ficción tácita cuyos estragos son incontestables.

Los argumentos sobre el tiempo suelen versar sobre su fragmentación (según Bergson, trasladada incorrectamente desde las ciencias), su inconmensurabilidad (sólo se puede medir lo que es espacio o el triple presente de San Agustín), su división (arbitraria, ilusoria, convencional) sin poder arañar nada de su "ser", dejando intacta su sustancia.

El poder de descripción de la física, por ejemplo, no va más allá que de la definción, lo más precisa posible, de qué es, por ejemplo, la unidad de tiempo.

"El segundo es la duración de 9 192 631 770 períodos de la radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado base del átomo de cesio 133." (13ª Conferencia General de Pesas y Medidas, 1967)

Maneras de habitar el tiempo, de hacer humano el tiempo se cifrarían, según Ricouer, en la capacidad humana de narrar, esto es, de crear a partir de la dimensión lingüística del hombre una zona de inteligibilidad dentro de la oscura dimensión temporal.

lunes, mayo 17, 2004

Sobre numismática o de la circularidad del tiempo

El otro día, J.C. estuvo enseñándonos unas fotografías que acompañó con un ilustrativo relato sobre sus aventuras en tierras vietnamitas.
Tras sus explicaciones, nos pasó los billetes que actualmente circulan en la República Socialista del Vietnam (Estado soberano comunista). Cada uno de ellos, de diferente valor, contenía un dibujo.
Si la memoria no me falla, en orden creciente de valor, las ilustraciones eran las siguientes: unos trabajadores en el campo junto a un tractor, un puerto pesquero con unos barcos a vapor, unos leñadores talando y apilando árboles junto a un elefante, unas mujeres trabanjando en un telar mecanizado, una industria hidroeléctrica y, el último: unas embarcaciones tradicionales a vela navegando entre las montañas-islas-rocas típica del paisaje vietnamita.
A parte de la utilización de los billetes para publicitar la decencia de los trabajadores en un régimen comunista, puede establecerse un relato a partir de cada una de las imágenes, que pueden verse cada una como un fotograma de una película histórica, ya que, a mayor cuantía, más tarde se ha diseñado el billete.
El creciente grado de sofisticación técnica que ha ido transformando las relaciones entre el hombre y el trabajo podría dar cuenta de un orden lineal de la serie de imágenes, como si de un vector se tratara. Ahora bien, la última imagen configura la serie en un falso movimiento circular. Movimiento hacia el origen, aunque no cerrado (sería el de una hélice), donde el primitivo y primero estadio de relación del hombre con la naturaleza (sin ninguna mediación), se reinterpreta ahora en el último billete como un viaje al Vietnam mítico; quizás, como un reclamo turístico (=capitalista?).

miércoles, mayo 12, 2004

Jorge Semprún

Ayer por la tarde, en el paraninfo de la UB, unos cuantos tuvimos el privilegio de ver y escuchar a uno de los intelectuales vivos cuya trayectoria vital (estuvo cerca de dos años encerrado en el campo de concentración de Buchenwald por formar parte de la resistencia anti-nazi francesa; tras la liberación de las tropas aliadas, tomó las riendas del partido comunista clandestino español bajo el seudónimo de Federico Sánchez, hasta el 1964, cuando fue expulsado) inseparable de su trayectoria como escritor (ha escrito novelas como La escritura o la vida o El largo viaje)hacen de Jorge Semprún un gigante, un testimonio único por sus experiencias y lucidez, una figura inverosímil por su estatura moral e intelectual.
Su clara cabellera blanca era un punto de luz que irradiaba desde el fondo de la sala al tiempo que su voz se articulaba desde el fondo de la historia del pasado siglo.

«Los judíos de Polonia llegaban apiñados en vagones de mercancías, cerca de doscientos por vagón y habían viajado durante días y días sin comer ni beber, en el frío de este invierno que fue el más frío de aquella guerra. En la estación del campo, cuando se abrían las puertas corredizas, nada se movía, la mayoría de los judíos había muerto de pie, muertos de frío, muertos de hambre, y era preciso descargar los vagones como si hubiesen transportado leña, por ejemplo, y los cadáveres caían, rígidos, en el andén de la estación, donde los apilaban para llevarlos después, por camiones enteros, directamente al crematorio.»

De El largo viaje