martes, julio 27, 2004

Primicia editorial: La noche del Oráculo de Paul Auster

El azar ha querido que en mis manos cayera el último libro de Paul Auster, La noche del oráculo, que en septiembre sale en Anagrama.

A continuación, algunas notas sobre el texto escritas a vuelapluma.

Auster ensambla el texto con el recurso conocido como la narración dentro de la narración, el juego de espejos o la caja de muñecas rusas, imprimiendo una sensación de mayor verosimilitud a la narración situada en primer plano (la vida del escritor que acaba de recuperarse de una enfermedad), respecto a las otras historias que se nos cuentan que quedan com más ficticias.

En las notas a pie de páginas se nos narra las historias personales que vinculan a los tres protagonistas de la novela. Al ser tan largas, en ocasiones ha de avanzarse la lectura retrocediendo un par de páginas en una especie de re-lectura que amplía (varía) el significado de las anteriores palabras.

El libro que escribe el personaje escritor se le queda parado en la escena culminante. Es una lástima que el escritor no haya querido (podido?) continuar tan interesante historia.

Otro de los temas del libro (y de Auster) es la dialéctica destino-azar. El protagonista de la novela ficticia huye del destino con el procedimiento de vivir de forma que las circunstancias decidan por él, es decir, que las leyes del azar gobiernen su vida llegando a la paradoja chestertoniana, de intentar evitar la ley (del destino) para acabar cayendo en otra ley (del azar).

lunes, julio 19, 2004

Sobre la escritura y la lectura II

El texto (de texere=tejer) como tejido. 
 
Perpétrese la siguiente simplificación, sin duda, excesiva: sea la escritura movimiento que pueda discurrir según dos vías: la analogía y el relato.
 
Si la poesía crea una red de significaciones mediante la connexión, la relación nueva, recóndita, simbólica, ya sea mediante el ritmo del verso (véanse los estudios de O. Paz en torno al pensamiento análogico y la música del poema) o la asociación de la metáfora, el relato crea, también, otro tipo de tejido al atar-integrar diferentes unidades, acontecimientos, momentos, casi diferenciales, si se quiere, mediante las relaciones (temporales, causales, etc...) que el narrador impone.
 
Luego, puede verse la tarea del lector como la de deshacer, decodificar, sin más dogma que el que ponga su imaginación, la trama que constituye el texto, a partir de las relaciones nuevas (o coincidentes con las del autor)  que el mismo lector va creando a medida que recorre el texto.  

Por lo tanto, en fórmula ya cristalizada en el museo de los topoi, cada lectura es una reescritura en tanto que desteje tejiendo lo tejido. 

martes, julio 13, 2004

Sobre la escritura y la lectura I

La escritura y la lectura, dos caras de un mismo acto: la interacción con la letra.
 
Ponerse a escribir, como explica Bloom, es establecer una lucha contra los textos ya leidos, dado que la escritura surge de la destrucción de las lecturas, del intento de olvidarlas (pero teniendo en cuenta que sin su colaboración el texto no existiría o, al menos, sería otro.), de perturbarlas, es decir imprimirles nuestra personal acentuación, al poner en nuestra boca la palabras de los otros.
 
Esta perspectiva sobre el acto de escritura trastoca, entre otros, el concepto de originalidad.
 
Palabras como  palimpsesto (Tablilla antigua en que se podía borrar lo escrito para volver a escribir), esto es, siempre se va reescribiendo el mismo libro, o intertextualidad, parecen ser los términos más adecuados para definir qué es la escritura en la posmodernidad.