miércoles, junio 02, 2004

En Rabós d'Empordà

Este fin de semana hemos estado con unos amigos del colegio en el pueblo de Rabos, colindante con el no menos fálico de Espolla. Una de las juegos que entretuvieron nuestras veladas fue el de adivinar películas mediante la representación por gestos (mímica). Una vez agotadas la paciencia y nuestros filones fílmicos, M.M., tipo hábil en la escritura sobre el aire, propuso una variación del mismo juego: representar escenas conocidas que tuvieran en común nuestro pasado escolar. El juego, planteado como simple antídoto contra el aburrimiento, cobró una dimensión insospechada. Nuestro pasado quedaba dibujado a grandes trazos impresionistas e invisibles recuperando anécdotas, caricaturas, gamberradas que nuestra pequeña comunidad mantenía viva en estas rememoraciones (y en otras que hemos ido haciendo con los años), rememoraciones que cada vez son diferentes, como las versiones que hacemos al explicar de nuevo el mismo cuento, añadiendo nuevos detalles, imaginarios algunos, implicando a personajes que a lo mejor no estuvieron realmente, acordándonos de recuerdos no por haberlos vivido sino por haberlos oído relatar alguna vez; momentos rescatados, sin las cuales, seguramente, seríamos otros.